DESDE NAVOLATO VENGO
Por Ricardo Burgos Orozco
Tengo familiares y amigos de Sinaloa, uno de los estados con mayor riqueza natural del país, con mucha gente de bien, trabajadora, noble y con deseos permanentes de superación. Todos lamentan lo que está ocurriendo en su tierra con el aumento de la violencia en los últimos meses, por las razones que sean: por la guerra entre bandas de narcotraficantes en su lucha por el poder o la ineficiencia y el contubernio del gobierno con esas mafias.
Desde septiembre – después del “secuestro” de Ismael “El Mayo” Zambada, que lo llevó a Estados Unidos y por lo cual está preso -- se recrudeció la violencia, los crímenes, los levantamientos, las masacres y nadie ha sido capaz de detener esa guerra.
Los sinaloenses ya no viven en paz, salen a la calle con muchos temores, los comercios cierran temprano para evitar ser parte de la estadística criminal, se ha detenido la normalidad en municipios como Culiacán y Mazatlán. Eso ha dado como resultado una retracción de la economía que afecta todo el estado.
Los homicidios se han triplicado desde la detención de Zambada en septiembre por la pugna entre los dos grupos de narcos que controlan las operaciones de tráfico de drogas en Sinaloa, de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Hasta ahora el balance ha sido de 798 asesinatos dolosos, 938 personas privadas de su libertad, 2,843 vehículos robados y 249 personas detenidas.
Ni siquiera el secretario federal de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, ha sido capaz de detener la violencia allí y eso que ha estado “viviendo prácticamente” en la región. Es cierto que ha habido detenciones menores, pero el conflicto continúa.
Desde hace unos días, la gente de Sinaloa ha hecho manifestaciones a favor de detener esa violencia y pedir la renuncia de Rubén Rocha Moya, gobernador de Sinaloa y a quien muchos creen responsable de lo que está pasando en aquella región. El gobierno federal, a través de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, mandatarios estatales, legisladores y militantes de Morena, se han apresuraron a darle su apoyo total.
Con ese respaldo incondicional, Rubén Rocha Moya se “engalló” y declaró que unos cuantos gritos no van a hacer que renuncie y celebró alianzas con diversos sectores del estado en busca, dijo, de parar la violencia y combatir el narcotráfico. Sin embargo, los ciudadanos de Sinaloa están convencidos que está coludido con los cárteles y continúan exigiendo su cese.
En algún momento -- seguramente muy pronto -- se tendrá que acabar el poder de Rocha Moya como gobernador sinaloense, lo cesen y tal vez se descubra por fin lo sucedido en el asesinato de su enemigo político, Héctor Melesio Cuén Ojeda, que permanece en el misterio y con quien supuestamente se iba a reunir antes del crimen, teniendo como testigo a “El Mayo” Zambada.
Apenas hace unos días, la Casa Blanca – el presidente Donald Trump a final de cuentas – lanzó una acusación muy grave: que el gobierno de México tiene alianzas con los cárteles de la droga y pone en peligro la seguridad y la salud pública de Estados Unidos. Claudia Sheinbaum Pardo tiene que demostrar la falsedad de esa afirmación; Rubén Rocha Moya podría ser ideal para ser sacrificado y entregado al gobierno norteamericano. La Casa Blanca no se va a conformar con que el gobierno mexicano les siga ofreciendo en prenda a narcotraficantes tercerones.
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