El PRI en Tlaxcala, ¿renovación o reciclaje?

 


Editorial Entre Líneas Tlaxcala 

El anuncio de Enrique Padilla Sánchez como nuevo dirigente del PRI en Tlaxcala ha generado más dudas que esperanza entre los militantes y la opinión pública.

Aunque Padilla cuenta con experiencia como exdiputado local y exrector de la Universidad Politécnica de Tlaxcala (UPTx), su trayectoria no está exenta de polémicas, pues durante su gestión en la UPTx, se le relacionó con casos de desvío de recursos por mas de 18 millones de pesos y nepotismo, lo que pone en entredicho su capacidad como dirigente del PRI de reinventarse frente a un electorado cada vez más crítico.

La sombra de su designación parece estar directamente ligada a su vínculo con Beatriz Paredes Rangel, la primera mujer gobernadora de Tlaxcala y figura histórica del PRI. Fuentes cercanas señalan que la intervención de Paredes fue determinante para que su sobrino tomara las riendas del partido, lo que apunta la percepción de que el PRI sigue operando bajo prácticas de influyentismo y favoritismo, más que por una verdadera vocación democrática.

Por si fuera poco, la reciente incorporación de Sandra Guadalupe Aguilar Vega, exdiputada plurinominal de Movimiento Ciudadano, como nueva militantr del PRI, tampoco ha sido bien recibida, pues su llegada fue por un solo motivo... ser la próxima secretaria del partido priista. Aguilar Vega, quien justificó su cambio de partido como un acto de congruencia política luego de la desgastada dirigencia que dejó Refugio Rivas, parece haber saltado de un barco en problemas para subirse a otro con desafíos aún mayores. Su llegada refuerza la imagen de un PRI que recurre a figuras recicladas.

En un estado como Tlaxcala, donde el PRI enfrenta una crisis de credibilidad, estas decisiones parecen ser más un movimiento de autopreservación de las élites políticas que un intento serio por recuperar la confianza ciudadana. Si el partido aspira a salir del bache en el que se encuentra, deberá demostrar con hechos, y no con imposiciones, que está dispuesto a romper con las prácticas que lo han dejado a un paso de la tumba.

Mientras tanto, los ciudadanos observan con escepticismo. La pregunta sigue en el aire: ¿Es este el PRI que podrá resurgir, o simplemente un reflejo del pasado que insiste en perpetuarse?


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