Por Isael Pérez Olivier
No es una exageración, ni es una invención de los medios de comunicación o una teoría de la conspiración por parte del gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, el colocar a Tlaxcala en el mapa criminal con la operación de células de los grandes cárteles en nuestro pequeño, y hasta hace poco, tranquilo Estado. Tampoco, creo, que sea una afrenta personal del Secretario del ramo Omar García Harfuch en contra de una miope gobernadora que ha sido omisa, incompetente y tal vez hasta inepta en materia de seguridad. Al contrario, estoy plenamente convencido de que simple y sencillamente se trata del resultado de un análisis de inteligencia realizado por la Secretaría de la Defensa Nacional, la Secretaría de Marina y la propia Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, datos que fueron dados a conocer en la mañanera y que forman parte de la estrategia de los primeros cien días del nuevo gobierno federal, y que no son más que un reflejo de la única y lamentable realidad que lastima y lacera a la población tlaxcalteca, que, apanicada por los sangrientos sucesos, sale todos los días a las calles a realizar sus actividades en medio de la incertidumbre.
Es esa misma realidad que se niega a reconocer la segunda mujer más votada en la historia del mundo mundial, y en la que un día sí y el otro también, lo mismo secuestran y matan a empresarios, que a jóvenes y a mujeres con el tiro de gracia; en la que transitar por carreteras y puentes estatales es un grave peligro por la alta incidencia de robos y asaltos; en la que, en una taquería o en una cafetería ya no es seguro estar por los robos con violencia; en la que ir al banco a realizar una operación es como jugar a la ruleta rusa y en la que cotidianamente el sonido de las detonaciones de armas de fuego irrumpe la tranquilidad de la población.
Sí. Es la misma realidad, en la que vemos como la clase política, incluyendo a la gobernadora, convive con presuntos líderes del crimen organizado en fiestas privadas; en la que se compra una flotilla de camionetas de lujo blindadas para el uso exclusivo de la mandataria estatal y de su familia; la misma realidad donde el discurso va por un lado y los lamentables hechos por otro. Esa, donde hay una Fiscal General de Justicia impuesta para encubrir las cifras reales de los delitos de alto impacto y un Secretario de Seguridad Ciudadana incapaz de implementar una estrategia efectiva que nos brinde un poco de tranquilidad.
Ya sé que siempre habrá dos versiones de un solo hecho, pero a cómo está la situación de la inseguridad en Tlaxcala, de manera personal me quedo con las estadísticas y el análisis delictivo que presentó el gobierno federal y que dio a conocer el Secretario Omar García Harfuch. Porque, mientras la gobernadora Cuéllar se desgarraba las vestiduras para culpar a diestra y siniestra y acusaba de irreal la información respecto a la presencia de los cárteles, en el municipio de Nanacamilpa una pareja fue asesinada y ese crimen se lo acreditó, a través de un mensaje en una cartulina, el grupo de las cuatro letras.
Es por eso, que sostengo, que, negar lo obvio no ayudará a mejorar la situación. Culpar a los medios de comunicación por informar los acontecimientos, tampoco. Muchísimo menos confrontarse con las instancias federales para tratar de hacer valer sus cifras alegres y defender lo indefendible, porque es lo más absurdo que puede hacer una gobernadora si quiere darle un golpe de timón al problema.
No sé para Usted, pero para mí que estamos valiendo “Barriga, señor pistola”; a pesar de las argucias de la mitómana que encabeza el show cómico político número uno de habla hispana…
¡Se tenía que decir y se dijo!
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