Por Isael Pérez Olivier
Lorena Cuéllar Cisneros, al parecer quiso, probablemente lo intentó, pero finalmente, fracasó. Así, se pueden resumir los tres primeros años de su administración que se ha destacado por obtener los peores resultados en materia de seguridad ciudadana de los que se tengan registro en el estado de Tlaxcala, al menos, en su historia reciente. En un análisis fundado en estadísticas oficiales y motivado por los múltiples sucesos sangrientos ocurridos en varios puntos de la entidad, se puede destacar, que por la frecuencia de los eventos, se trata de un síntoma inequívoco de la incapacidad cerebral, tanto de la mandataria estatal como de los integrantes de su gabinete de seguridad, pero sobre todo, deja al descubierto una patética estrategia que ha sido, es y será un total fiasco para frenar la marcada tendencia de violencia que ya alcanzó cifras inimaginables, pues tan solo en los primeros quince días del mes de agosto, rompió su propio récord al contabilizar once macabros hallazgos de cadáveres que fueron tirados, mutilados, desmembrados o encontrados con el tiro de gracia, convirtiendo así a Tlaxcala, en un cementerio a cielo abierto, cortesía de la 4T.
A lo anterior, entre multihomicidios y cadáveres embolsados, súmese a la cuenta de la administración lorenista, uno que otro feminicidio, al menos cuatro secuestros, algunos robos con extrema violencia y balaceras en las que elementos de las policías municipales, estatal e incluso de la Marina, solo han servido de fieles espectadores, agudizando así, la peor crisis de la administración Cuéllar en lo que va del sexenio y que ha sido generada por la torpeza de sus propios funcionarios, que permiten que Tlaxcala sea considerada tierra fértil para las actividades ilícitas de los grupos delictivos.
Así es. Se trata de un gobierno visiblemente rebasado por la delincuencia, pero que se rehúsa a admitirlo y que cada vez que puede reitera su falaz discurso en el que sostiene que los brutales crímenes registrados son solo hechos aislados, evitando aceptar su evidente fracaso. O peor aún, culpando como lo hizo Cuéllar Cisneros a personas mal intencionadas y a la prensa que calificó de amarillista, que, de acuerdo con su escasa inteligencia, solo intentan provocar miedo, divulgando videos e información relacionada con la ola criminal que azota al territorio local.
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