Por Isael Pérez Olivier
Imposible para la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros sostener su trillada cantaleta de que “Tlaxcala, es el estado más seguro del país”, y más aún, cuando en los hechos el Censo Nacional de Seguridad Pública Estatal del INEGI dejó al descubierto que, durante el 2023, de los cuatro mil 320 robos y asaltos en carreteras y puentes de jurisdicción estatal registrados a nivel nacional, más de la mitad, es decir, dos mil 780, fueron en nuestra entidad, lo que significa un incremento del 129.2 por ciento de ese delito en comparación al 2022. Sí, tal cual. Esas son las cifras oficiales que son irrebatibles aún para la mitómana y fantasiosa titular del Ejecutivo local; a menos, claro, que quiera poner en riesgo su escaso prestigio y la poca credibilidad que le queda, previo a lo que será su Tercer Informe de Gobierno.
Y no es que el referido Censo oficial haya descubierto el hilo negro o el agua tibia, pues a éstas alturas del sexenio lorenista, ya todos tenemos un familiar, un amigo o un vecino que forma parte de las estadísticas delictivas, y por obvias razones sabemos, que hay una espiral ascendente en la comisión de delitos y no solo del orden patrimonial, sino también contra la salud, contra la integridad física y la vida de las personas. Situación que con la narrativa institucional se trata de ocultar o desvirtuar para no admitir que estamos en el umbral de una crisis de seguridad pública.
No lo sé y mal haría con afirmarlo, por eso mejor pregunto, claro, sin el ánimo de ofender, ¿Además del elefante blanco en el que se ha convertido el denominado C5i, a cargo de la inútil Secretaría de Seguridad Ciudadana o de la inoperante Fiscalía General de Justicia del Estado, qué otras facilidades se le brindan a la delincuencia que convierte a Tlaxcala en un lugar atractivo para el robo y asalto en carreteras, para convertirlo en tiradero de cuerpos humanos sin vida, para mantener el emporio de la trata de mujeres con fines de explotación sexual a nivel nacional e internacional, para la sustracción ilícita de los ductos y el trasiego de gasolina y gas o para que los grupos de centroamericanos que practican la usura lo hagan con toda impunidad?. Acaso estaremos hablando de complicidad institucional al más alto nivel gubernamental o simple y sencillamente de su falta de capacidad para hacerle frente al hampa.
Pero, sobre todo, ¿Quién o quiénes son los responsables del exponencial crecimiento delictivo?. Acaso será el Secretario de Seguridad Ciudadana Alberto Martín Perea Marrufo; la nueva Fiscal General del Estado Ernestina Carro Roldán; el Secretario General de Gobierno y jefe de gabinete Luis Antonio Ramírez Hernández; la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros; Morena por haberla postulado al cargo o quizás Usted y yo que votamos y depositamos nuestra confianza en ella. Qué me dice: una, unos, todos o ninguno. Piénselo solo un momento.
Pero lo que sí está más que claro y no hay lugar a dudas, es que con la administración de La Vecindad de El Chavo, en Tlaxcala estamos valiendo Barriga señor pistola. Y lo peor del caso, es que apenas vamos a entrar a la segunda mitad del sexenio cómico número uno de habla hispana…
¡Se tenía que decir y se dijo!
Las breves de la semana…
No me voy a unir a las felicitaciones obligadas que tuvieron que publicar los funcionarios estatales para la titular de Coracyt Angélica Domínguez Hernández, por la puesta en operación del nuevo transmisor de la XETT Radio Tlaxcala en su 50 Aniversario y que se facturó en dos millones de pesos cuando su costo real es de 18 mil dólares, algo así como 400 mil pesos; pero sí, le doy un aplauso de pie a nuestra gobernadora Lorena Cuéllar por estrenar, al menos en carreteras estatales, una de las dos camionetas marca Fiat con equipamiento ejecutivo, ya sabe Usted, con asientos en piel, infoentretenimiento de lujo, aire acondicionado, vestidor y guarda ropa, baño, etcétera, y no me confirmaron, pero parece que hasta blindadas, cuyo costo es superior a los 3.5 melones de pechereques por unidad. ¡Wow! Enhorabuena…
Hablando de chingaderas. Recuerda Usted a Julio César Meneses, aquel administrador de la Secretaría de Salud del Estado de Tlaxcala que compró a una distribuidora alimentos caducos o echados a perder y con cucarachas para que se sirvieran en las dietas de pacientes y del personal en los Hospitales del sector, hace apenas unos meses, y que fue una de las tantas razones por las que la todavía líder del sindicato Blanca Águila Lima exigió la remoción del cargo de este personaje, bueno, pues fue recientemente premiado por la gobernadora Cuéllar, con una dirección en la Secretaría de Infraestructura. Y que me dice, ¿Ya olvidó Usted, al subdelegado de la Secretaría de Bienestar Ventura Sánchez Gonzaga, señalado por presuntos malos manejos de los recursos públicos, corrupción y hasta hostigamiento sexual?, pues se acaba de estrenar como Director Académico en el subsistema Cobat, por si algo se les ofrece de sus múltiples habilidades…
Fuentes de muy digno crédito me confirmaron, que el Tribunal Electoral de Tlaxcala se infestó de roedores de dos patas, que, motivados por su insaciable apetito de hacer negocios, ofrecieron sus servicios con despachos externos para presentar las impugnaciones, mientras ellos modificaban el sentido de algunas resoluciones. De los clientes que amarraron, al menos uno, busca que le reintegren porque se siente defraudado. Mientras que, a otros, a quienes sí les tiraron la elección, como a Salvador Santos Cedillo que decidió irse a la Sala Regional del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, ya también le ofrecieron su asistencia legal, pues saben y conocen los errores de la sentencia. Por cuestiones de tiempo y espacio, hasta aquí mí reporte Joaquín.
Hasta la próxima…
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