Nada ni nadie se escapa de la persecución política en Tlaxcala. Ahora, con una sed insaciable de venganza empezó una frenética cacería de brujas en contra, no solo de alcaldes y exalcaldes, algunos ya sujetos a responsabilidades penales y/o administrativas, sino también sobre cualquier otro personaje opositor al régimen Cuéllar, entre ellos, una exmagistrada que presidió el Tribunal Superior de Justicia, señalada por probables actos de corrupción, pero eso sí, de manera selectiva como lo indican los manuales de la 4T; pues, mientras unos acusados enfrentan sus respectivos procesos penales detrás de las rejas, otros más lo hacen con el beneficio de su libertad, y a unos pocos, la administración de justicia no les toma en cuenta su oscuro pasado ni los daños patrimoniales que le ocasionaron al erario cuando se desempeñaron en los cargos. Claro, el gobierno del estado busca sancionar a los corruptos al mero estilo de Don Benito Pablo Juárez García que sentenció: “A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas”, aunque para el caso de los infractores que simpatizan con Morena, hay total impunidad.
Tags
Opinión