Por Isael Pérez Olivier
Un extraño comportamiento del electorado le dio un triunfo contundente a Morena en los comicios federales y locales del pasado 2 de junio. Y basándonos en los números duros y puros, no hay lugar a dudas, el nuevo partido hegemónico le dio una reverenda “madriza” a la oposición en las urnas. Y aunque no todos celebramos la hazaña electoral del Movimiento de Regeneración Nacional, lo justo es reconocer la decisión mayoritaria de la ciudadanía, y por lo tanto, debemos respetar los resultados sin regateos. Nos guste o no, en la democracia se gana y se pierde, y esta vez, en nuestro sistema multipartidista, no hubo propuestas por parte de la mal llamada oposición que lograran convencer de lo contrario a los votantes.
Y me refiero al extraño comportamiento del electorado, porque la impresión que tuve al conocer los resultados finales de la elección fue de sorpresa, al ver que los tlaxcaltecas somos de memoria corta y que todos los agravios sufridos durante estos tres años de administración estatal y seis del actual gobierno federal, fácilmente fueron borrados de la mente de una enorme mayoría.
Sí, porque nos hemos horrorizado y escandalizado por la creciente inseguridad, que como nunca ha dejado muertos por doquiera; nos inconformamos por los pésimos servicios médicos que brinda el estado por la falta de personal, insumos y medicamentos; criticamos el sistema educativo que va en picada; estiramos nuestros ingresos al máximo para terminar el mes; reprochamos los actos de corrupción en los que incurren los gobiernos emanados de Morena, y aún así, salimos y votamos por la misma marca, incluso por los mismos actores políticos que buscaron su reelección o que brincaron a otro puesto. Pues bien, nunca mejor dicha la frase: cada pueblo tiene el gobierno que merece. Entonces, no tiene que haber ninguna queja por parte de quienes optaron impulsivamente por marcar su boleta electoral a favor del segundo piso de la cuarta transformación y sus candidatos, eso que nos lo dejen, a quienes quisimos un México y un Tlaxcala diferentes, pero no pudimos.
Bueno, eso sí es que luego de haberle entregado todo el poder a un solo partido, subsisten instancias en donde quejarse y ampararse, porque con esas mayorías que obtuvo Morena en los Congresos federal y local, le va a permitir hacer prácticamente lo que se le antoje. Ajá, y solo pensando en los intereses de un proyecto político y no en la ciudadanía; como en el caso de Tlaxcala, que con un chasquido de dedos de la titular del Ejecutivo, sus Diputados modificaron y ajustaron el marco constitucional para que pudiera ser nombrado el morelense Luis Antonio Ramírez Hernández como Secretario General de Gobierno. Mientras que en el ámbito nacional, ya anunciaron una reforma a modo para el Poder Judicial.
Pero lo hecho, hecho está. Y no queda más que desearles éxito a nuestras autoridades legítimamente electas en las urnas y encomendarnos al Creador y pedirle fervientemente que no se cumplan las predicciones de éste y otros agoreros del fatalismo. Pero como lo dijo George Orwell: “Sabemos que nadie toma el poder con la intención de renunciar a él”. Qué no me cree Usted. Bueno, pues tiempo al tiempo…
¡Se tenía qué decir y se dijo!.
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