Por Isael Pérez Olivier
Si esto no es un uso ilícito de atribuciones y facultades por el uso indebido de recursos públicos, además de un descarado tráfico de influencias, lo que comúnmente se conoce como corrupción, no sé que sea; y si hay alguien que me diga lo contrario, entonces no sé cómo se le podrá llamar a la forma en que los funcionarios del gabinete estatal se conducen de manera cotidiana. Ya antes nos habíamos enterado de que el helicóptero del gobierno había trasladado a Linda Marina Munive Temoltzin del estado de Morelos a la capital tlaxcalteca, tras sufrir un accidente; también, que el mismo aparato hizo el traslado en seis ocasiones de órganos de donantes locales a otras entidades del país; además de haber participado en el desastre por el huracán Otis en Acapulco, pero ese mismo servicio se les negó a los dos policías linchados en Zacatelco, bueno, al menos a uno de ellos, que a pesar de su extrema gravedad, fue trasladado por tierra al Hospital General de Tlaxcala, donde finalmente murió. Ah, pero eso sí, recientemente una paciente junto con una acompañante tuvo la fortuna de haber ocupado ese exclusivo traslado aéreo. Pregunto, sin el ánimo de ofender: qué acaso las vidas de las personas no tienen el mismo valor, o es qué Lorena Cuéllar Cisneros maneja diversos criterios para ponderar quién vive y quién muere. Y lo pregunto, porque no todos corremos con la misma suerte.
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