Por Isael Pérez Olivier.
Impugnado por sus correligionarios tras haberse brincado todas las reglas del proceso interno de Morena para la selección de candidato a presidente municipal y bajo la sombra del desprecio de la ciudadanía por ser miembro de la ambiciosa casta Sánchez Anaya, el oriundo de la Ciudad de México, antes Distrito Federal, Alfonso Sánchez García, se perfila para la contienda por la capital del estado. Así es, la joya de la corona de Morena en Tlaxcala quedó en manos de un chilango, que va que vuela para ser una de las derrotas más dolorosas de Lorena Cuéllar Cisneros en esta elección local intermedia; la otra, sería la de su cuñado Raymundo Vázquez Conchas, que va por el Partido Verde a la Diputación federal. Tan simple como eso. Quien tenga ojos para ver que vea y quien tenga oídos para oír que oiga.
La nominación de Alfonso Sánchez García fue considerada como una traición a los grupos políticos de Morena que ahora claman justicia en tribunales, y por qué no, hasta venganza en las urnas, pues me aseguran, que están dispuestos a operarle en contra al hijo del exgobernador perredista, quien impuso a su vástago sin ningún argumento político y solo hizo valer su derecho sucesorio por la línea de sangre, esos sí, con miras al relevo gubernamental de 2027.
Una jugada que ya hizo y que nos remonta a la cada vez más lejana elección de 2004, cuando, el exmandatario tlaxcalteca, intentó entregarle el cargo a su actual esposa Maricarmen Ramírez García, y que a pesar de que ganó un litigio legal que le dio la razón para ser la abanderada del entonces todopoderoso sol azteca, la ciudadanía reprobó su intentona en las urnas, por considerar que su nominación, carecía de las mínimas consideraciones éticas y morales.
Hoy, 20 años después, la familia Sánchez Anaya va por la misma ruta, pero ahora con la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros y con la cúpula de Morena como sus aliados, partido que por cierto, encabeza las preferencias en la intención del voto y cuya inercia, esperan, los arrastre a un triunfo apretado; sin embargo, todo indica que el clan Sánchez Anaya va a probar de nueva cuenta el amargo sabor de la derrota, pues la efervescencia política está a tope y las hostilidades de los morenos de cepa apenas comienzan.
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