Por Isael Pérez Olivier.
Insaciables por el poder y el dinero, un puñado de familias de rancio abolengo, entre ellos, los Paredes, los Ortiz, los Cisneros, los Sánchez Anaya, los Álvarez Lima y recientemente, los de menor estirpe como los Garay, los Covarrubias, los Cambrón, los Águila, los Vargas, los León, los Sánchez, son quienes con un cinismo inigualable acaparan para sí o para interpósitas personas como, sobrinos, hijos, nueras, hermanos, cuñados y esposas, en calidad de propietarios o suplentes, para encabezar las listas de candidatos plurinominales o de mayoría relativa, lo mismo al Congreso del Estado que al Congreso de la Unión o a las presidencias municipales, por primera vez o por reelección y por las siglas del PRI, PAC, Morena, PT, PRD, PAN, Fuerza por México o por el Partido Verde. La marca que los patrocina da igual y es lo de menos, porque lo único que cuenta, es seguir manteniendo el poder político, una y otra vez, y al costo que sea.
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