Lorena Cuellar y “La Teoría del Árbol Envenenado”

 


Por Isael Pérez Olivier. 

Era más que obvio lo que estaba ocurriendo en Tlaxcala. La administración Cuéllar transitaba sobre un campo minado difícil de sortear a ciegas y del que la Gobernadora pretendía salir bien librada. La conducción de la política interna en manos de Sergio González Hernández habría sepultado cualquier intento de negociación con la disidencia encabezada por el Sindicato 7 de Mayo al que ya se le habían adherido otros sindicatos de maestros, colectivos y organizaciones sociales que claman justicia ante una larga lista de acciones y omisiones de un gobierno intolerante e incapaz de dar resultados positivos a sus trabajadores y para los sectores más vulnerables de la población. Y todo esto, en la antesala del desarrollo del evento deportivo de talla internacional, que es, y creo que será, lo único más destacado del sexenio de la nueva historia. 

El riesgo de un conato de choque entre granaderos y trabajadores al servicio del estado en pleno desarrollo de la justa deportiva estaba latente, y el cansado y longevo secretario de Gobierno ya no era un interlocutor válido para la parte inconforme que amenazaba con tirarles el numerito, por lo que no hubo de otra, y se desmarcaron de las aberraciones cometidas por ese  gris y polémico personaje. Ajá, tal y como lo refiere La Teoría del Árbol Envenenado, que se aplica en el ejercicio de los derechos penal y administrativo, y que en lenguaje liso y llano se refiere a una metáfora legal que consiste en desestimar cualquier “fruto” que provenga de ese “árbol”, por considerar que todo lo que sale de el, está idénticamente “envenenado”.

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