Información de La Jornada
Acapulco, Gro. La ayuda a los damnificados en este puerto ha comenzado a llegar y distribuirse. De manera lenta, sin importar la hora, soldados, marinos y guardias nacionales trabajan día y noche en coordinación con civiles que laboran para instancias gubernamentales, y arman despensas, suben a los camiones agua en bolsa o en envases de plástico y un poco de comida para que se reparta a los afectados por el huracán Otis.
Son las 23:00 horas del viernes y en colonias como Colosio, Crucero de Puerto Marqués y Renacimiento, distintos grupos parten de los centros de acopio y trasladan los víveres.
A esa hora en la mayor parte del país la gente ya descansa. Aquí, en Acapulco -no el de la zona turística- los pobladores siguen buscando agua y comida.
Cientos salen de las bodegas de una refresquera, que también embotella agua, con garrafones o paquetes. Mientras algunos de sus familiares sacan lo que pueden de las instalaciones o los bajan de los camiones de carga, otros cuidan sus "tesoros".
En calles de las colonias populares de Acapulco se han organizado grupos de vigilancia, en los accesos bloqueados todavía por árboles, desechos de construcción, lodo y basura, o en los puntos por donde sólo se ingresa a pie, encendieron fogatas y cuidan que nadie entre a robar.
Los camiones donde los integrantes de las fuerzas armadas trasladan víveres y agua avanzan con dos unidades de custodia hasta los puntos donde serán distribuidos a la población civil.
Se posicionan en algún punto de convergencia social, un quiosco o una calle principal, y apenas vocean que ha llegado ayuda, la gente sale de manera rápida, se forman y con carretilla en mano, o a mano limpia, cargan el agua potable que ha sido embolsada o en paquetes de seis botellas de medio litro. También, los militares entregan a cada persona una bolsa con galletas, atún, sardina, y otros alimentos, que servirán para paliar la necesidad.
Uno de los centros de acopio y distribución se localiza en el Forum Mundo Imperial. Allí, decenas de funcionarios, militares y guardias nacionales, arman las despensas, acomodan colchonetas que serán entregadas a las comunidades más necesitadas, las que perdieron todo y no tienen sólo un techo ni siquiera un colchón para no dormir a ras de suelo.
El ejército también trajo naranjas a Acapulco, de las que se repartirán en los costales o bolsas alimentos, y con los envases de agua.
El trabajo en estos centros no para, están laborando las 24 horas, y aunque el último despacho puede entregarse a las tres de la mañana, ellos seguirán armando las despensas y subiéndolas a los camiones para comenzar otra vez la distribución desde las primeras horas del día.