Mensaje Pedagógico a los Maestros

“Invaluable placer de la Lectura”

Por Rubén Ortiz Cabrera

Uno se acerca al libro como al amante: haciendo círculos, pero al final se llega a él. ¿Por qué entonces es tan difícil transmitir el placer, la compañía invaluable, el viaje, la sorpresa que nos aportan los libros?
¿Por qué la lectura sigue siendo privilegio o elección de unos cuantos?
Crecer en un ambiente alejado de los libros puede dificultar nuestra entrada en el ambiente de la lectura, lo que no significa que el caso contrario sea garantía para gustar de los libros.

Leer es una gran aventura, un acto gozoso, un juego, el que hay que buscar en la biblioteca. No sucede lo mismo con la mayoría de los adolescentes que por lo general se relacionan conflictivamente con los libros. En estos casos el libro es un objeto impuesto, no elegido; la lectura es una actividad obligatoria, no placentera.

Es indiscutible que leer a "los clásicos" no sabe igual ni tiene el mismo significado a los 14 años que a los 20, como tampoco es lo mismo adquirir información, que llegar al convencimiento de ciertos asuntos a través de la experiencia y de la reflexión.

Pero volviendo a la lectura, ¿Quiénes leen? ¿Por qué leen? ¿Qué leer? ¿Por qué leer? ¿Cómo leer?

Si el libro es un objeto amoroso, producto de un acto de amor, si es un objeto de la fantasía que se transforma, ¿Cómo abordar al libro? o en última instancia ¿Para qué? ¿Enfrentamiento?, ¿Información?, ¿Hábito?, ¿Evasión?

Si hemos elegido la lectura como una forma de procurarnos placer, no importa lo que nos lleve a ello. El conocimiento que es, en mi concepto, el resultado de la información, la experiencia y el análisis, resulta, asimismo, un proceso irreversible. A través de la lectura nos introducimos en mundos diversos: resolvemos algunas interrogantes y se nos plantean otras preguntas acerca de un momento histórico, una persona, un país, una corriente, o bien nos permite cuestionar o revaluar nuestra propia visión del mundo.

 ¿Qué leer? ¿El libro de moda?
¿El más publicado y comentado? ¿Leer con disciplina, con vigor, con orden? Esta, creo yo, es una decisión muy personal, no hay receta posible. Cada lector es un mundo, cada lectura diferente. Ya que no es factible leer todo aquello que nos gustaría, por lo menos deberíamos ejercer la libertad de abordar a los libros con nuestro propio método, acercándonos, tal vez, como al amante: haciendo círculos, pero llegando al fin.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente